Compra de infidelidades partidarias a costa de sus propios compañeros.
Nunca antes había sido tan visible, y por mismo, tan evidente, la determinación de una organización política de procurarse, mediante la compra burda, y hasta abusiva, de militantes de organizaciones opositoras, como lo ha hecho recientemente, y lo sigue haciendo, el Partido Revolucionario Moderno. Y no es que los demás partidos, en una medida u otra, no lo hicieron cuando en su oportunidad fueron gobierno, pero, siempre guardaron las formas, siempre fueron discretos.
Esta vez ha sido tan grosero el recurso utilizado que altos dirigentes nacionales de esta misma organización política lo han cuestionado, y sus mismos militantes, los de abajo, los de las bases, han estallado en frustraciones e impotencia, pues no visualizan la supuesta ganancia política que esa generosidad mercantil le tributa a su partido siempre que no ven esa misma esplendidez para con ellos quienes fueron los que, a su entender, hicieron el trabajo para su partido esté hoy en el poder.
El jurista Víctor Mateo Vásquez, en una publicación reciente, explica que ese “transfuguismo enraizado”, de proceder antiético, se debe a que la fidelidad de un militante partidario ha llegado a depender de si su organización está en el gobierno o si no lo está y que, fruto de ese proceso de desideologización de los partidos, sólo ha quedado un “sistema de prebendas”.
En Barahona la compra de voluntades, o la “infidelidad partidaria”, ha sido tan descarada, que sólo con lo que el gobierno le regala del erario público a uno de los tránsfugas recién llegado al PRM, dicen los perremeístas que pueden comer “decentemente” más de veinte compañeritos de las bases.
Esos que levantaron banderines y vocearon en una caravana no entienden que buscar el poder y tratar de mantenerlo son dos cosas distintas.
El doctor Edgar Augusto Féliz Méndez, presidente provincial del PRM en Barahona, en una reacción a la oleada de protestas directas y mediáticas por las costosas recientes adquisiciones de su partido, dijo que sus compañeros “pudieran tener razón desde el punto de vista emocional y sentimental en sus quejas”, o sea, que para él sus compañeros no tienen razones materiales, no tienen necesidades que suplir, porque sus quejas tienen orígenes en sus emociones y en sus sentimientos.
Hasta ahora no se sabe quién fue el mercader de las “infidelidades partidarias” en Barahona aunque el presidente provincial del PRM da a entender quién fue, y en una actitud no muy común en un político de su estirpe, escurre el cuerpo de la tempestad provocada por los inusuales nombramientos y afirma que nunca ha intervenido, ni ahora ni antes, en los nombramientos de Barahona, con excepción de los Comedores Económicos.
Da a conocer que él “no estaba ahí” cuando se nombró a esa “gente que nada aporta ni aportará a la causa de este partido, muchos de esos nombramientos por amiguismo y otros por trabajos de índole de personas que no tienen tropas para justificar los salarios que en muchos casos les asignaron”.
¿Y, entonces?
No estaba ahí cuando se nombraron a esas personas, pero, continuarán con ese tipo de nombramiento, pues “al PRM le costó 16 años llegar al poder y no lo vamos a botar en cuatro con nuestros comportamientos”, dijo el director general de los Comedores Económicos del Estado.
Ahí es que está el detalle. Los partidos de la oposición deben esperar a que la sangría continúe a borbotones pues el gobierno seguirá con las compras y de seguro encontrará mercancías a cambio que las incluyan en el Programa Supérate del Gobierno Central, en la alcaldía del municipio de Barahona, en el Ministerio de Industria y Comercio, o en cualquier otra institución del Estado.
El autor es catedrático, reside en Barahona
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