En una provincia donde cientos de familias aún luchan día a día por tener un techo digno, el anuncio del Plan Nacional de Viviendas Familia Feliz representa más que una política pública: es una ventana de esperanza que puede cambiar el rumbo de Barahona.
Este programa del Gobierno dominicano está diseñado para apoyar a las familias de bajos y medianos ingresos en la adquisición de su primera vivienda propia, a través de subsidios que cubren el inicial, el ITBIS y parte de la tasa de interés del préstamo hipotecario. Pero más allá de las cifras, este plan toca una fibra muy humana: el derecho a vivir con dignidad.
¿Por qué este proyecto es vital para Barahona?
Porque puede ordenar el crecimiento urbano, dando paso a comunidades bien planificadas, con acceso a servicios básicos, áreas verdes, educación y seguridad.
Porque puede generar empleo local en construcción, transporte, ventas y servicios, dinamizando la economía de nuestra provincia.
Y porque una casa digna es el primer paso para romper ciclos de pobreza, al brindar estabilidad y esperanza a las familias.
Sin embargo, para que esto se materialice en Barahona, se necesita más que una política nacional: se requiere voluntad local, articulación comunitaria y liderazgo comprometido. Es ahí donde debemos asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y representantes comunitarios, exigiendo que este plan no pase de largo, y que se ejecute con transparencia, inclusión y equidad.
Desde mi rol como activista social, seguiré levantando la voz para que Barahona no sea olvidada. Para que nuestras familias también reciban las llaves que abren no solo puertas, sino oportunidades. Y para que podamos decir con orgullo que desde el sur profundo también se construye un mejor país.
Porque cuando una familia recibe una vivienda, Barahona da un paso hacia el futuro que todos merecemos.
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