En las últimas semanas hemos sido testigos de lo que para nadie es un secreto, una campaña orquestada y articulada desde sectores con evidente poder económico en contra del doctor Edgar Augusto Féliz Méndez. Sectores que, quizá lacerados porque hoy reciben el mismo trato que todos, entienden que aquello que hoy ocurre “nunca debió producirse”, porque la práctica común del pasado era el privilegio y la exclusividad.

La realidad es que, desde su llegada en 2020, los Comedores Económicos del Estado dejaron de adjudicar compras a apenas ocho suplidores, como se hacía antes, para convertirse en una institución donde en cinco años se han realizado más de 600 procesos de compras, adjudicados a casi dos mil suplidores, todos observados y monitoreados por la Dirección General de Compras y Contrataciones.

Esa simple transformación explica por sí sola muchas molestias. Incluso en el propio reportaje de la periodista Nuria Piera quedan claros datos reveladores:

Mientras los Comedores Económicos pagaron el aceite a RD$1,471 en 2022, el Plan Social lo adquirió a RD$2,276, es decir, RD$600 a RD$700 más caro.

En la salsa de tomate ocurre lo mismo: los Comedores la pagaron a RD$2,165, mientras que el Plan Social la pagó a RD$2,967, casi RD$800 por encima.

Es decir, el mismo trabajo periodístico confirma que, bajo la gestión de Edgar Féliz, los Comedores Económicos compran a mejores precios que otras instituciones del Estado.

Ahí están los datos. No los discursos.

La narrativa en contra de Edgar Féliz se ha centrado en un solo aspecto, la actual fusión de los Comedores Económicos con el Plan Social, hoy convertidos en la Dirección de Asistencia Social y Alimentación Comunitaria (DASAC). Y es justamente esa fusión la que incomoda a grupos acostumbrados a privilegios económicos que temen perder espacios de poder.

Pretenden presentar la campaña como una supuesta “defensa de la transparencia”, cuando la realidad apunta a que es una defensa de intereses económicos amenazados. Y al frente de la nueva estructura, con controles más estrictos y compras abiertas, Edgar Féliz representa un obstáculo para quienes añoran el modelo de exclusividad del pasado.

Como dijo un expresidente dominicano: “los hechos son los hechos”, y en este caso, los datos están ahí.

Desde agosto de 2020, los Comedores pasaron de 36 a casi 159 en todo el país. En 78 años no se había logrado nada similar. La institución pasó de producir 20,000 raciones diarias a más de 180,000 raciones por día. Todo esto con el mismo presupuesto durante los primeros cuatro años.

La pregunta es inevitable: ¿Cómo era posible que antes, con productos más baratos, solo se produjeran 20 mil raciones, y hoy, con precios más altos, se produzcan 180 mil con el mismo presupuesto?

Se pasó de 5 cocinas móviles en estado de chatarra a más de 20, operativas y con capacidad de respuesta. Se ampliaron los servicios a cientos de miles de familias vulnerables, contribuyendo a la política nacional de Hambre Cero.

Ahí están los reconocimientos de transparencia, otorgados por organismos nacionales, por la calidad de la gestión y los procesos institucionales. Nada de eso lo dice una opinión. Lo dicen los números.

Lo que está en marcha contra Edgar Féliz no es una campaña por transparencia. Es una campaña por privilegios. Es la resistencia de quienes viven del exclusivismo económico y lo disfrazan de moral.

“Cuando los privilegios se sienten amenazados, la verdad siempre termina siendo el primer objetivo; por eso hoy, más que nunca, que hablen los datos.”